Todo pasa por una razón

Hay momentos en la vida en que la incertidumbre se sienta a tu mesa: inestabilidad laboral, dudas profesionales, conflictos familiares, separaciones, desencantos, desencuentros, golpes al ego, enfermedades inesperadas, traiciones, accidentes. No tienen que ser grandes situaciones, la mayoría de las veces las pequeñas incertidumbres generan efectos similares a las grandes dudas existenciales.

La incertidumbre es demoledora, lo sabes. Seguramente has estado ahí muchas veces.

La pregunta es:  ¿Qué haces con ella? ¿Cómo la integras a tu vida? ¿Te acomodas, te adaptas, combates, te dejas vencer…?

De pronto te percatas que no todas las cosas dependen de ti, que hay situaciones que escapan completamente a la planificación y a la imaginación… y que el miedo o la ansiedad  toman el control.  ¿Y entonces? Poder reorganizar tu vida, a pesar de ello, merece un aplauso de pie. Porque es dificil vencer el miedo, pero más dificil enfrentar con entereza la incertidumbre.

Siempre es para bien, aunque no lo parezca

Releyendo una vieja historia oriental caí en la cuenta de lo que siempre supe: todo lo que nos sucede es para nuestro bien.

Aunque resulta odioso el dicho: "Si sucede conviene" es solo luego que el dolor ha pasado que llegamos a comprenderlo. Solo cuando podemos ver "the big picture", el bosque más allá del árbol es cuando llega la paz a nuestra mente y alivio a nuestro corazón [Igual, no deja de ser odioso ese dicho! a veces son mejores los abrazos que las frases hechas].

Si somos buenas personas hay situaciones que nos llevan a reflexionar acerca de nuestras acciones cotidianas, nuestra escala de valores (la real, no la que dibujamos en nuestra imaginación) se pone a prueba y nuestra fe en el conocimiento de la ley del karma se fortalece.

Nunca nos mandan a una batalla de la cual no podemos salir aireosos: el éxito siempre depende de nuestra fe en nosotros mismos, y en la confianza de que seremos asistidos cuando  sea necesario. A veces los resultados puden no ser del todo alentadores… pero hay que dejar que el tiempo nos enseñe su verdadera cara: Todo sucede por una razón.

Si no somos tan buenos, si hemos accionado incorrectamente -conciente o inconcientemenete- hay situaciones que nos ponen en evidencia, cosas por las que debemos pasar para volver a casa, a veces uno tiene que aprender por el maestro dolor… a veces no hace falta. Todo depende de nuestro grado de conciencia, de nuestra rapidez en la respuesta, de nuestra apertura mental para darnos cuenta de las situaciones que nos rodean; de nuestra bondad, de nuestra actitud de servicio, de nuestra capacidad de empatía, de nuestro hacernos cargo y aceptar.

Ulterrimamente, tanto las cosas buenas como las cosas malas que nos pasan, son para educarnos, para darnos la posibilidad de ser mejores personas.  “Lo que no te mata te fortalece” dice el dicho, y hay tanto de pensamiento manásico en la sabiduría popular: el sentido común es la mejor brújula del mundo.

Todo pasa por una razón. A veces se nos presenta claramente la respuesta, a  veces tarda muchos años en develarse.  Lo cierto es que todo lo que hacemos de nuestra vida tiene sus repercusiones; debemos confiar en que nos “quitan a la vaquita” que nos vuelve cómodos, mediocres, insensibles, indiferentes, abúlicos, tamásicos.

El éxito del que fracasa

¿Cuántas historias de vida se desarrollan entre “fracasos” que anteceden a un éxito? Te quedaste sin trabajo y eso te dió el empujón para emprender un proyecto con el que soñabas desde siempre;  perdiste ese vuelo porque el taxista se le dió por pasearte por Buenos Aires…. y luego te enteraste de aquel terrible accidente; te dejó tu novio y gracias a eso, unos años después , encontraste al amor de tu vida, o un hecho simple pero valioso: perdiste el colectivo, pero te encontraste con una señora que necesitaba que le dijeras que todo  iba a estar bien, que todo pasa por una razón y que debía confiar que la vida tiene su propósito y aunque cueste  comprenderlo, a la larga o a la corta todo se devela…  y como estas mil historias más, de las que seguramente tu eres parte activa.

Para algunos la felicidad depende de factores externos, materiales  o afectivos. La felicidad para otros es una zanahoria que nunca alcanzan porque siempre les falta algo. En un mundo plagado de incertidumbres y cataclismos…

Lo único cierto es nuestra voluntad al bien, los vínculos que podemos construir con quienes nos rodean y tener muy en claro que la felicidad es, ante todo,  una cuestión de actitud.

 

 

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