"Si uno está enojado, se enoja... si uno no está enojado, no se enoja."Aimé, 3 años
Piensa un momento.
Lo que en principio parece una frase obvia se convierte en una de las claves más significativas del autoconocimiento.
¿Qué es lo que nos lleva a enojarnos realmente? ¿Por qué hay situaciones, personas, actitudes que a veces nos enojan y a veces no? ¿Qué hay detrás de un ceño fruncido?
Seguramente habrá muchas respuestas, algunas intelectuales y otras que surgen desde las propias entrañas. Lo cierto es que si meditamos un momento sobre esto surgen algunas observaciones de valor:
5 tipos de enojo
· Enojo como expresión de miedo: muchas veces nos enojan las cosas que no podemos controlar, lo desconocido, lo inesperado.
Muchas personas temerosas se expresan con enojo y violencia, tienen en el fondo sufrimiento y sensación de desvalidez.
Cuando las cosas no salen según lo que esperamos, proyectamos, deseamos... también puede asaltarnos el enojo.
· Enojo frente a actitudes equivocadas de los demás: Hay personas que pueden ser crueles, inhumanas, injustas, soberbias... esto puede generar reacciones de enojo por parte nuestra.
En este caso tendríamos que analizar qué estamos haciendo nosotros frente a este tipo de conductas; cuánto de injusto, cruel, inhumano, soberbio (y un gran etc.) hay en nosotros? Si no descubrimos ninguna actitud similar, nuestra responsabilidad será ser proactivos en la defensa de los derechos de aquellas personas que son presa de esas injusticias. Pero si descubrimos algún dejo de odio en nosotros, nuestro primer trabajo será transmutar esos aspectos negativos.
· Enojo como termómetro interior: Cuando situaciones comunes o cotidianas nos enojan, o reaccionamos exageradamente... la procesión va por dentro.
A veces el enojo se manifiesta como reflejo de una insatisfacción interior, a veces es simplemente una forma de "pasar factura" a alguien que "nos lastimó" (o al menos estamos convencido de ello). Muchas veces el enojo es realmente con uno mismo, por situaciones que no supimos enfrentar, cosas que no pudimos decir o que dijimos sin pensar. Cuando observamos que situaciones insignificantes desatan una gran reacción de nuestra parte es hora de detenernos, respirar profundo y analizar por qué estamos realmente enojados. Es increíble como tres respiraciones profundas y una pregunta (¿por qué estoy enojada/o?) pueden desactivar una oleada de enojo.
Enojo como signo de hartazgo: Muchas veces estamos simplemente agotados, estresados. Nos cargamos tanto de responsabilidades o plazos imaginarios que descuidamos los aspectos esenciales de nuestra vida. El enojo en este caso sigue siendo con uno mismo: por no rendir, no poder, no alcanzar... pero cuando descubrimos que lo importante y lo urgente no son siempre lo mismo, que es preferible hacer menos y vivir más... un gran suspiro de alivio comienza a descomprimir esa gran olla a presión en la que nos convertimos.
Enojo ante el desconocimiento de nuestro Ser Interior: Algunas veces hay enojos que persisten, sensaciones permanentes de malestar. Algo nos dificulta el disfrutar cada instante de nuestras vidas.
Si este es tu caso te invito a reflexionar acerca del giro que ha tomado tu vida. Aprender a distinguir deseos, objetivos y propósitos es una forma de encontrar la causa de tu verdadero enojo.
Es cierto, el enojo es parte de nuestro ser humanos... pero está en nosotros convertirlo en instante y no en aspecto intrínseco de nuestras vidas.
Respirar, sonreír, amar... volver a las cosas simples, los instantes que nos definen como seres luminosos.
excelente!!!! cuanta verdad…lo comparto!