La verdadera iluminación debe venir desde el interior de cada uno de nosotros. Es un proceso de develamiento que comienza con un darse cuenta, un dejarse inspirar por lo que trasciende las formas, un concienciar lo esencial y ponerlo en el primer puesto de nuestra escala de valores. El verdadero cambio es un latido profundo que se produce de manera silenciosa y persistente. Es un latido que busca conectarse. Es un accionar correcto, un pensar correcto, un comunicar correcto, un sentir correcto. La verdadera revolución mundial se produce a través de pequeños actos guiados por grandes intenciones. Actos que inspiran a otros, actos que buscan unirse. La verdadera iluminación no se produce en soledad; por el contrario busca formar parte de un grupo, contener y ser contenido en él. Somos un punto de luz dentro de una luz mayor.

Tratar de amar y no odiar, tratar de servir y no exigir servicio, tratar de curar y no herir. Traer a a luz el amor que subyace en todo lo manifestado, porque sólo amando es como se recibe amor y sólo iluminando como se produce un cambio exterior. Que el alma controle la forma externa parece ser la clave para volver a Ser.

En este tiempo en el que las energías planetarias se alinean para brindarnos la posibilidad de iluminarnos, aprovechemos nuestro tiempo en ayudar, contener, meditar, irradiar y amar. Cada uno de nosotros puede convertirse en un servidor mundial; sólo basta con escuchar la intención de unidad que surge desde lo más profundo de nuestros corazones.

Namasté