Los niños son seres inocentes, no entienden de ironías ni sarcasmos y mucho menos de publicidad engañosa. Como adultos somos responsables de su formación y eso implica enseñarles a pensar y a expresar sus emociones.
La niñera, el jardín o la escuela no son responsables de la educación de nuestros hijos, nosotros -los padres y madres- lo somos.
En la época de la tecnología, la sobre estimulación, y los juegos y programas "didácticos", se nos pierde la implicancia de dejar en "manos" de un instrumento la educación de nuestros hijos. Digamos que la televisión nunca ha sido una buena niñera, con esto no significa que el niño no deba verla, sino todo lo contrario; también se aprende a ver televisión, y para ello el niño necesita estar acompañado, la tele, como internet, o un palo de amasar, son instrumentos, el uso depende justamente del usuario y en el caso de los más pequeños necesitamos enseñarles a ver y leer entre lineas, acompañarlos en el proceso sin interferir en él. Independientemente de que pongamos a nuestros hijos a ver un programa cultural o didáctico, no debemos olvidar las tandas publicitarias pensadas especialmente para "generar necesidades donde no las había", si a eso incluimos el hecho que los niños son, en terminos freudianos, puro Ello (deseo) tenemos un coctel explosivo capaz de generar berrinches, caries, caprichos y falta de autoestima. Que la publicidad pueda confundir el ser con el tener depende exclusivamente de nosotros, como adultos.
Hace unos años, compartiendo el programa favorito de mi ahijado de 5 años vimos una publicidad en la que se hablaba de las "bondades" de un alfajor, destacando que era el "único que se hacía con leche". Se imaginarán que a mi ahijado se le antojó uno de ellos argumentando que era sano porque estaba hecho con leche. Ese fue el momento justo para invitarlo a reflexionar:

- ¿Qué tienen todos los alfajores?
- Una masa cortada al medio, dulce de leche, algunos chocolate...
- Muy bien, ¿con qué se hace el dulce de leche?
- No sé
- Dulce de ... leche
- ah, con leche!!
- Muy bien, ¿entonces?
- Todos los alfajores de dulce de leche estan hechos con leche
- Ajá
- Ah, entonces no quiero ese, porque me mintió. ¿Por qué me mintió?

La conversación que siguió es motivo para otro post, pero para ejemplo basta un botón. Los niños son capaces de reflexionar, no son zombies ni máquinas de pedir... nosotros los hacemos así concediendo todos los caprichos o no concediéndole ninguno. Si bien a veces es "no, porque no", otras veces el diálogo puede generar una nueva perspectiva en la visión del mundo. En nuestro caso de ejemplo, empezamos a analizar todas las publicidades (por pedido del niños), era como un juego de reflexión, lo que llevo a que él mismo encontrara las "trampas" solo.

Si usted anhela que su hijo sea un niño feliz, independientemente de su capacidad adquisitiva, si usted espera que su hijo sea un ser independiente y pensante, entonces tómese el "trabajo" de compartir su programa favorito y hacerlo reflexionar sobre los mensaje confusos que allí se dan.