¿Qué hacer frente a la violencia?

A las violencias dentro de la vida cotidiana, debemos sumar la agresividad en la política, en el fútbol, en las relaciones humanas en general, en el hogar y en sectores estudiantiles.

Frente a este fenómeno social, ¿qué hacer? Como aconsejaría Séneca: hablar y hacerlo suavemente, persuadir y amar. Este camino es el más lento, pero el más profundo y seguro. Es el camino más humano. Seguramente no estarán de acuerdo conmigo aquellos que propician la pena de muerte, la intolerancia y las soluciones inmediatas. Pero estoy convencido que la represión engendra odios y más violencia.

Creo que hay que restablecer la concordia, enseñar el dominio de las emociones, a partir del hogar y fundamentalmente restablecer la salud psicológica y mental del ciudadano. Desactivar la violencia en el corazón del hombre, que es una de las tareas que nos hemos impuesto en las cátedras, en las conferencias y a través de esta Revista on line.

Dice un antiguo dicho “el cansado busca pelea”. Igualmente la buscan el hambriento, el sediento y todos aquellos hombres que se sienten atormentados por alguna preocupación. Pues, así como las llagas duelen al más leve contacto, de la misma manera el alma, afectada por lo más mínimo, se ofende tanto que se siente arrastrada a la lucha por cualquier nimiedad. Jamás se pueden tocar los cuerpos enfermos sin que se quejen. Lo mejor es, por tanto, medicar al primer síntoma de enfermedad y cortar el peligro de la impetuosidad. Siempre se adelantan a la enfermedad algunas señales; hay sobradas pruebas: la violencia es una de ellas.

De la misma manera que delante de las tempestades o de las lluvias, nos llegan ciertos indicios que las anuncian, así también existen ciertos síntomas que preceden al amor o a la ira. Y a todas estas tempestades que atormentan los espíritus hay que canalizarlas por medio de la comprensión y la concordia.

Quiero cerrar esta nota con un pensamiento del filósofo chino Confucio sobre la Gran Concordia. Dice así: “Cuando la Gran Concordia prevalece, el Mundo es una gran familia. Se eligen para los cargos a los virtuosos y mejor dotados. Se cultiva la buena fe y reina la armonía. La gente mira como a padres no sólo a los propios padres y mira como hijos no sólo a sus propios hijos. Los ancianos pueden gozar de su vejez; los jóvenes emplean sus talentos; los adolescentes crecen en libertad. Se socorre a las viudas indefensas y a los viudos, a los huérfanos abandonados, a los deformes inválidos. Los hombres tienen ocupación y las mujeres hogar. La riqueza no se amontona ni se derrocha como si fuese posesión personal. No se desaprovecha el trabajo ni se le emplea en provecho propio. Los designios egoístas cesan, el bandolerismo desaparece y no se producen rebeliones. Se dejan abiertas todas las puertas.”

Esta será la Era de la Gran Comunidad de Naciones.

Guillermo Días Gómez,
Director-Fundador de Plenitud

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Serch inside yourself
act outside with others

¿Estás listo para sumergirte en un viaje hacia el poder del alma y la búsqueda de conocimiento universal? Te invitamos a leer nuestro artículo: "Un loto, en un océano de luz". En él, exploraremos la historia y la inspiración detrás de una mujer extraordinaria: Helena Petrovna Blavatsky.


Otros Artículos