¿Educación 2.0 o reto comunicacional?

¿Te sonreíste con la imagen?

Vivimos en un mundo traspasado por la información y la inmediatez. Los niños y adolescentes tienen una intuición especial para lo tecnológico, y van creando una forma particular de relacionarse con el mundo, los llaman: nativos digitales.

Son capaces de comprender los mecanismos de aparatos y programas sofisticados (mecanismos que a nosotros nos supone una inversión de tiempo y concentración) y de generar sus propias herramientas de aprendizaje significativo.

Frente a esta realidad, enfocar acciones educativas destinadas sólo a repartir conocimientos enciclopédicos, parece una pérdida de tiempo y dinero. Lo que se necesita es aprender a jerarquizar, aprender a discernir lo esencial de lo superfluo, lo real de lo ilusorio. Lo que se necesita es poder producir contenidos a partir del análisis y de la síntesis; nutrirse intelectualmente de y en comunidad. Lo que se necesita es encontrarle un sentido, un hilo conductor a la infinidad de conocimientos esparcidos por los medios de comunicación social y la Internet.

¿Existe la educación 2.0?

Creo que desde la mismidad del concepto, la educación trasciende las fronteras del tiempo, del espacio y de “las versiones”. Es en la aplicación cotidiana de ese “extraer potencialidades” (educere) o “formar” (educare) donde se van definiendo las estrategias de apropiación de conocimientos, procedimientos y actitudes.
Conforme uno elija uno u otro modelo, será la forma de relacionarse con los saberes y los educandos. A esto deberíamos sumarle los cambios sociales, políticos e históricos que aggiornan la acción de esa educación, diferenciando así el Ser, de la Acción educativa.

¿Qué enseñamos? Qué aprendemos? ¿De qué manera?

Hoy más que nunca podemos afirmar que en el principio de enseñaje se desarrolla gran parte de la realidad educativa.

Los roles se han trasformado: el verticalismo está dejando paso a la formación de redes, el individualismo se rinde frente a la colaboratividad. Frente a este panorama, el padre, la madre, el docente cobra un nuevo sentido.
No creo que exista una educación 2.0, pero sí una realidad que muta y requiere de  una acción educativa que esté a la altura de los desafíos del siglo XXI. Y con esto no me refiero a la utilización indiscriminada de la tecnología, sino a un cambio de mentalidad, a una urgencia de creatividad y flexibilidad, a una coherencia entre el pensar, sentir y hacer/decir.

Frente al fenómeno de la Web 2.0 es necesario repensar y consensuar varios términos, derechos y obligaciones:

  • Alfabetización digital + Acceso a la información
  • Derecho a la educación (escolaridad + no formal + informal)
  • Valor de la autogestión educativa
  • El rol de la Universidad y la educación permanente
  • Construcción y apropiación del conocimiento
  • Concepto de distancia
  • Construcción de relaciones interpersonales (salto cuanti y cualitativo)
  • Discernimiento
  • Responsabilidad Social
  • Gestión de la diversidad
  • Educación Emocional (autoestima, asertividad, autocontrol, empatía)
  • Derechos de autor
  • Aprender en y de la red
  • El rol de los padres en el equilibrio entre tecnología y vida; información y formación; mente y emoción.
  • El principio espiritual inmerso en el pensar en red.

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