Cómo enseñarles responsabilidad a nuestros hijos (1º parte)

El final de la historia

Tomás es un adolescente feliz, acaba de terminar el colegio y está preparado para enfrentarse a la vida de adulto. Responsable e independiente, sus padres no necesitan imponerle horas de llegada o prohibirle casi nada.

Tomás sabe lo que necesita, conoce lo que la convivencia demanda de él y la forma de compaginar sus deseos con los de su grupo de pares o familiar. Ve reforzada su autoestima y se siente cada vez más seguro y proactivo.

Si les digo que esta es una historia real, ustedes seguramente me preguntarán ¿Cómo y qué hicieron esos padres?

El principio de la historia

Hacerse responsable significa tener la capacidad para tomar decisiones de manera eficaz, enfrentarse a los obstáculos con capacidad de resolverlos y ponerse al mando de un proyecto de vida. Nuestros hijos podrán aprender este valor siempre que puedan contar con nuestra ayuda.

Los padres de Tomás tuvieron en cuenta que cada edad tiene sus propias limitaciones, pero que no es necesario ser "grande" para ser responsable. Desde los 3 años podemos darles algunas obligaciones, ya que es a partir de los 2 años en que los niños ganan en autonomía ( comienza a controlar los esfínteres, camina fluidamente y da inicio la socialización entre pares). Aquí les damos algunas ideas para que "el final de la historia" sea también el de sus hijos.

De 3 a 5 años: este periodo es una etapa llena de impulsividad y agitación, los niños ponen a prueba nuestra paciencia; observan y copian nuestras conductas. Ya es tiempo de comenzar a darle pequeñas responsabilidades y valorar su ayuda. A Tomás, por ejemplo, le dieron por tarea llevar la bolsa de pan camino a la panadería. Cuando llegaban a la casa lo felicitaban y le agradecían su ayuda. Luego de varias veces de hacer esa tarea le dejaron traer la bolsa con el pan adentro. Durante varios meses esa fue su responsabilidad ("su misión", tal como sus padres se lo hicieran saber). Un día Tomás tropezó y tiró el pan al suelo. Sus padres no le dieron importancia, no hicieron un escándalo ni lo retaron, valoraron su compromiso; después de todo, un error lo tiene cualquiera.

La clave es hacer atractiva la tarea, darle una importancia, agradecerle verbalmente la actitud de colaborar.

A medida que fue creciendo se le fue dando cada vez más tareas asociadas a la anterior: Tomás comenzó llevando la bolsa vacía, luego tuvo que llevarla con el pan y ahora -que estaba más alto- colgarla del ganchito cuando llegaban a la casa. Tomás estaba muy contento con su tarea y la tomaba muy enserio, tanto que un día se enojó cuando el padre colgó la bolsa por él.

De 5 a 8: Comienza el colegio y las tareas escolares. La responsabilidad de Tomás empezó a ser hacer su tarea en tiempo y forma. Uno de sus padres lo acompañaba mientras la realizaba, pero nunca la hacían por él.

Por supuesto sus responsabilidades domésticas seguían allí e iban en aumento progresivo. Cuando Tomás no hacia algo, nadie lo hacía por él. Un día se demoró en ordenar sus juguetes, motivo que lo llevó a no poder poner los cubiertos en la mesa. Toda la familia esperó paciente a que Tomás realizara sus tareas, porque sin cubiertos no se puede comer. Así aprendió que su falta de responsabilidad puede perjudicar a otros.

Atención! Los reconocimientos deben ser verbales: "qué bien que lo hiciste", "viste que podías", "estoy orgullosa de vos", "es muy importante esto que estás haciendo"... etc.. Si premiás a tu hijo con regalos o salidas cada vez que hacen algo bien, siempre estarán esperando algo a cambio y a la larga nunca sabrás si hace las cosas porque comprende el sentido de ser responsable o porque espera algo.

Claro que podemos agasajar a nuestros hijos responsables! por ejemplo plantearle una serie de opciones (nunca más de 3, y siempre opciones posibles para ser cumplidas por vos) de juego, de salidas, etc. y de paso vamos formando la capacidad de elección.

Cuando los niños crecen sin la posibilidad de elegir, terminan no sabiendo lo que quieren y se convierten en seres influenciables e inseguros.

Ya a partir de los 6 años Tomás comenzó a tener una noción del futuro y de su lugar en el mundo que conocía. Comienza también el proceso de socialización y adaptación al medio social. Cuando esto sucede, ya es tiempo de animar a nuestros hijos a resolver por sí mismo los conflictos con sus compañeros y amigos. También es un buen momento de que ellos comiencen a organizar sus horarios.

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